Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) para reducir la contaminación del aire y proteger la salud

La mala calidad del aire es un problema cronificado en nuestras ciudades y las ZBE ayudan a controlarlo. Varios estudios nos muestran de qué manera afecta la contaminación atmosférica a la salud de las personas. Por ejemplo, en Barcelona cada año mueren más de 500 personas de manera prematura, más de 2.000 casos de enfermedad severa y más de 1.000 de asma infantil. A diferencia del que pasaba años atrás, ahora sabemos que mejorar la calidad del aire contribuye a aumentar la esperanza de vida, mejorar el desarrollo de varios órganos del cuerpo en crecimiento como por ejemplo el pulmón, reducción de enfermedades cardiorespiratorias y cáncer.

Las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) contribuyen al cambio climático, así como otros contaminantes emitidos por los vehículos a motor como las partículas de carbono negro que también contribuyen al calentamiento global. En España, el sector que genera más emisiones de CO2 es lo del transporte.

Por qué las Zonas de Bajas Emisiones son una buena estrategia para mejorar la calidad del aire?

Las ZBE son una medida común a Europa, la eficacia y la efectividad de las ZBE se ha ido testando desde hace más de 10 años a diferentes ciudades, sobre todo en en cuanto a la reducción de los niveles de CO₂, que se originan principalmente por el tráfico motorizado. En el caso de la ZBE del Área Metropolitana de Barcelona, su eficacia todavía es difícil de medir por el poco tiempo desde su implementación, los efectos de la pandemia y lo rendirás en la limitación de los vehículos de mercancías, que su los que más contaminan.

Aun así, ya hay algunos indicios nos dicen que la ZBE puede haber contribuido a la reducción de los niveles de contaminación atmosférica.

Necesidad de intervenciones comunitarias

La ZBE no se tiene que ver como una medida única y rígida, sino como un marco que permite la inclusión de diferentes medidas que pueden adecuarse a los cambios en los conocimientos y circunstancias. En ciudades como Londres, que la ZBE se implementó al 2088, ya se han producido de manera continuada cambios en los grados de limitación y los correspondientes perímetros.

Relación costes-beneficio

Los beneficios de la mejora de la calidad del aire superan de mucho sus costes. Cumplir con las recomendaciones internacionales de salud en en cuanto a la calidad del aire, la actividad física, el acceso a espacios verdes y temperatura permitirá ahorrar borde los 9.000 millones de euros en la ciudad de Barcelona.

La ampliación de las infraestructuras para el transporte público que tiene que acompañar a la ZBE tiene el potencial de obtener el triple de beneficio en en cuanto a la reducción de las emisiones de gases del efecto invernadero, la mejora de la salud a través de la disminución de la contaminación atmosférica y el aumento de la actividad física, y la accesibilidad del transporte.


La ZBE no genera desigualdades sociales

Los beneficios de la mejora de la calidad del aire son universales, independientemente de la edad, clase social o estado de salud. Es cierto que el beneficio puede ser mejor en personas envejecidas, pues son gente con peor estado de salud o población con desventajas sociales mayores, pero estas diferencias sugieren que aquellas personas que tienen mayor dificultad para cogerse a los cambios promovidos por la ZBE son también las que pueden sacarle mayor beneficio.

De hecho, existen desigualdades socioeconómicas en en cuanto a los nivel de exposición y a las cargas de salud atribuibles. Aunque no se tenga una gran exposición a la contaminación, en las zonas más desfavorables de las ciudades la mortalidad atribuible a las PM2,5 acostumbra a ser mayor (1,22 veces) en comparación con las zonas menos desfavorables. Esto sugiere que en los barrios más pobres sueño los que más sufren los peligros medioambientales para la salud.


Medidas a aplicar

No existe una única solución en la problemática del aire, más allá de los cambios en los hábitos de la ciudadanía, son necesarias también múltiples medidas a escala urbanística y políticas de movilidad, incluyendo la promoción del transporte público a escala supramunicipal.

Los cambios necesarios para reducir los niveles de contaminación son de gran alcance y disruptivos con el modelo actual. A pesar de que las administraciones tienen que intentar facilitar al máximo la adaptación al nuevo modelo, será necesario modificar la movilidad si realmente se quiere llegar al objetivo de un aire más limpio. Estos cambios requerirán adaptación pero sabemos que las medidas más ambiciosas también son las que presentan resultados más claros.

Con todo esto, podemos afirmar que la mejora de la calidad del aire es una de las mejores estrategias de las que disponemos para proteger la salud humana y la del planeta. Consideramos que la ZBE es una herramienta útil y necesaria para estos propósitos.